Arte y maternidad

Hubo un largo tiempo en que no sabía que hacer de mi vida. La maternidad había puesto en stand by esa búsqueda, pero también era la perfecta excusa para no seguir buscando. No me caracterizo por tener paciencia y en mi rubro, el mundo del arte, donde entrar es demasiado difícil, es más sencillo abandonar que seguir intentando. El mercado del arte es un mundo caprichoso y elitista, que huele al artista con baja autoestima y lo aplasta como una mosca. Es tan malévolo que dan ganas de renunciar a intentar entrar en el circulo y también te hace perder la esperanza ante cualquier ejecución o garabato privado, que termina por ser insuficiente. Ese universo tan lejano y temido por mi, me hicieron sentir que no era apta. Pero un día algo sucedió. Fui madre. Ser madre es un millón de veces mas difícil y requiere aún más paciencia. Pero si bien la maternidad como el arte son mundos hostiles, ser madre te recompensa con un amor incondicional, que te llena y te hace crecer. Entonces algo en mi cambió, ya no importaba tanto las expectativas que tenía como artista, y ya se que estoy generando un impacto, al menos en una personita. La maternidad también me reconectó al arte de una forma inesperada, a través de la ilustración. Empecé esta página para hacer catarsis de muchas cosas que me sucedían día a día, y ello me permitío acercarme a más personas y a sus experiencias. El arte entonces se convirtió en una herramienta sanadora y empezó a construir en mi un nuevo camino de nuevos proyectos.